viernes, 8 de febrero de 2008

¿ES IGUAL INVOLUCRARSE QUE PARTICIPAR?

Hace unos años, alguien, ya no recuerdo quién, me dijo este cuentito que me parece puede ayudar a penetrar en lo profundo de las palabras, y es la receta para una buena omelette.

Resulta que para hacer una buena omelette se necesitan tres productos básicos: el queso, los huevos y el tocino.
Para adquirir estos productos, el hombre necesita la colaboración de tres animales, dos de los cuales participan, pero uno verdaderamente se involucra. Veamos:

Para el queso se necesita la leche, en este caso quien colabora es una vaca. Nadie podría negar que ella con su aporte participó para el objetivo: la omelette.

En segundo lugar necesitamos unos lindos y frescos huevos, y allí viene la gallina en nuestro auxilio. También tuvo una clara participación.

Pero sin embargo, quien además de participar verdaderamente se involucró para la omelette fue el chancho (o cerdito si les parece más simpático) ¿Por qué?

La vaca fue ordeñada, pero luego salió tranquilamente a las praderas a pastar. Su vida continuó por carriles normales. Por supuesto que su aporte es importante y requiere de esfuerzo. No obstante la vaca sabe que la leche prontito será repuesta por los mecanismos biológicos con que fue dotada.

Con la gallina pasa lo mismo (aunque yo creo que más doloroso, obviamente). Luego de poner su huevo y cacarear un rato, sigue buscando semillas y bichitos para reponer energías y construir... otro huevo. Esta bien, para eso es gallina. Su vida continuó dentro del gallinero por largos días más.

El chanchito estaba tranquilo en el chiquero, se había dado una panzada hacía un ratito no más, pero de pronto alguién lo tomó por las patas y en un instante en que el tiempo pareció detenerse, descubrió que estaba volando al cielo de los chanchos.
Como era un chanchito bien cuidado, su tocino resultó muy sustancioso en la omelette. Claro, para poner su tocino dio su vida.

Y así, luego de disfrutar de una exquisita omelette, el campesino observó por su ventana una gallina durmiendo la siesta, una vaca rumiando... y un chancho volando.
Se fregó los ojos, miró nuevamente, y el chanchito no estaba más. Entonces vio el chiquero vacío...

1 comentario:

Florencia Pérez dijo...

Sergio gracias por el cuentito, realmente para pensar, pensar-nos.
un beso...