jueves, 10 de abril de 2008

La misión de educar




Educar es lo mismo que ponerle un motor a una barca. Hay que medir, pesar, equilibrar...
y poner todo en marcha.
Pero para eso uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino,
un poco de pirata,
un poco de poeta,
y un kilo y medio de de paciencia concentrada.

Pero es consolador soñar,
que ese barco -ese niño-
mientras uno trabaja,
irá muy lejos por el agua.


Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes,
hasta islas lejanas.

Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos
seguirá nuestra bandera enarbolada.






Hno. Fermín Gainza

4 comentarios:

Escritores de Basavilbaso dijo...

Flor tenemos varias misiones en la vida, la mayor VIVIR. Pero esta misión de educar es la más difícil de todas, pues debemos cuidad de ser fieles a las ciencias, a nuestros principios, a nuestros valores y respetar los principios y los valores de los demás. Ser esos seres equilibrados que permiten construir el propio conocimiento, los ideales, armar los propios proyectos, sin avasallar al otro que se inicia en el aprendizaje.
¡Cuánto daño nos hicieron quienes nos enseñaron lo que querían los gobiernos de facto!
Y sin embargo hoy estamos en la misma barca de la democracia.
Difícil misión sin dudas. Merecer el nombre de maestro implica cumplir bien esa misión.
Por lo tanto
¡NO ME LO MEREZCO!

Sergio dijo...

Educar, enseñar, aprender... palabras muy profundas. La esencia remite al alma, al corazón del ser.
Ya lo he dicho en otras oportunidades: el hecho educativo es un hecho profunadamente humano. En estos últimos días la calandría gritó en lugar de cantar, y el Búho se regocija en el griterío vacuo de inteligencia.
Una sóla cosa más: la fidelidad es esencialmente al hombre, tal como lo plantea Sofía, y parte de esa felicidad es colaborar, ayudar, acompañar al otro a aprender a ser feliz, y esto no es mero conformismo, sino ensanchamiento del espíritu.¡Vaya desafío!
¿No es así Nacho y Federico?
Un abrazo fraterno

Florencia Pérez dijo...

Sofía claro! que la tarea de educar es una misión sumamente difícil y cuando uno se detiene a reflexionar, le produce vértigo tremenda responsabilidad.
A mí me gusta pensar a esta palabra, a esta acción, como la tarea de acompañar en un diálogo de amor al otro.
Seguramente cometeremos errores, pero si ellos van acompañados por el amor, por el deseo fraternal de escuchar y ver al otro, ningún error será tan grave como para paralizarnos e imposibilitarnos enmendar una equivocación (humana)
Yo percibo mucha pasión y mucha entrega en vos, creo que sí te merecés ser llamada maestra.
Creo que los grandes errores cometidos, a los que hacés referencia, nada tuvieron que ver con el amor y con la fraternidad.
Yo creo que el amor NUNCA falla, pese a sus posibles revuelos que a veces produce.
Ahora sí, esas barcas van llenas de nosotros, de nuestros dioses, de nuestro idioma, cultura, porvenir -así dice Serrat ¿no?- Les transmitimos todo en esas barquitas, creo que eso es inevitable.

Angeles dijo...

Chicos, gracias por sus palabras me dan fuerza, me dan ganas de seguir luchando.