domingo, 13 de abril de 2008

SIN TÍTULO

¿Cómo es posible el hecho educativo sin el canto de la calandria? Poesía (Canto), regulatividad natural de los actos humanos (“moralidad”), Pedagogía: indisociables. En su emersión todos estos aspectos se dan juntos, en armónica unidad.

¿Puedo ver El Camino? ¿Hay caminos? ¿Hay esencias? ¿Cuál es mi nombre, mi título que me determine “como tal”…? ¿Qué amo? ¿Amo?

Todo, recién, está comenzando. Mucho de lo que el Maestro muestra nos turba y da vértigo. Creo que sólo me queda velar por la coherencia, y la Amistad sin fines… Al menos eso (que no será poca cosa).

Que grato anhelo, Flor de jacarandá, aquello de “llenar la barca de nuestros dioses”. Pienso en el “entusiasmo” por lo divino que nos hace cantar; vuelta a lo mismo. Poesía-Pedagogía-Moral.

Me dieron ganas de escucha a Atahualpa:

Que yo les cuente mis penas

            me piden de tarde en tarde. 
           Si en ellas está mi fuerza 
           déjenme que me las calle. 
 
Voy anclando por el mundo
          Camino de cualquier parte. 
          Llena de piedras la senda, 
          lleno de sueños el aire. 
 
          La vida es un lazo largo 
          estira'o sobre la tierra. 
         En una punta una dcha, 
         y en la otra punta una pena 
 
         Así va mi corazón 
        lleno de sueños y ausencias, 
        sin encontrar su querencia 
       perdido en la cerrazón. 
 
       No se ve la Cruz del Sur 
       en las noches de tormenta. 
       Hay que mirar dentro de uno 
       para encontrarla a la huella. 
 
       Cuando me cansa el camino 
       me pongo a mirar p'adentro 
       como quien arrima leñas 
       al fogón de unos recuerdos.

Saludos, Nacho.

2 comentarios:

Florencia Pérez dijo...

Sabias palabras las de Atahualpa.
Sabio modo de proceder. Mirar-nos y reencontrar-nos para definirnos, para encausar nuevamente caminos.
Nacho, tu post me ha sido muy significativo porque precisamente me encuentro arrimando leños y buscando dentro mío.

besos!

Juan Ignacio Lugli (Nacho) dijo...

Bueno Flor me alegro por esto.
Podríamos hablar, también, de avivar el fuego de las huellas de nuestros “Padres” (en una especie de tendencia genealógica), y por allí encontrarnos unidos a ellos. Digo…, no vaya a ser que nos quedemos, luego (¿?), como siempre, caminando sobre las nubes de los “sueños y de las ausencias”; y encima, creer que estamos condenados a ello.

Saludos.
Nacho.